¿Quien eres sino luchas por lo que crees?

♡♡♡ "Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor."♡♡♡. S. Agustin.

  • SIN FE NO SE PUEDE AGRADAR A DIOS

    "El hombre necesita pan, pero también necesita fe. Necesita bienes materiales, pero más aún necesita el rayo de luz que viene de arriba y alienta y orienta nuestra peregrinación terrena. Esa fe y esa luz, sólo Cristo y su Iglesia pueden darla" P.A.Hurtado.

  • "Donde hay caridad y amor, allí está Dios"

    El amor supone en primer lugar respeto, respeto profundo a la persona del prójimo. Nada despedaza tanto un corazón como la falta de respeto.

  • Carpe diem

    "Esta vida es el estadio en que se lucha por la otra; el campo de trabajo, en colaboración con Cristo, para preparar el día sin sombras, para gloria de Dios y de los que acepten su voluntad". Hurtado

Otra conexión entre Padre Pío y Fátima: la devoción de la familia de los pastorcitos por este santo


Juan Marto, hermano de San Francisco y Santa Jacinta, estuvo en las apariciones con 11 años

Otra conexión entre Padre Pío y Fátima: la devoción de la familia de los pastorcitos por este santo

Juan Marto, hermano de los pastorcitos de Fátima -a la derecha- fue devoto del Padre Pío

Otra conexión entre Padre Pío y Fátima: la devoción de la familia de los pastorcitos por este santo

Fátima y el Padre Pío están relacionados por el gran amor y devoción que el santo de los estigmas tenía hacia esta advocación de la Virgen. De hecho, la imagen peregrina original estuvo presente en San Giovanni Rotondo, produciéndose una curación milagrosa del fraile capuchino.

Durante estas semanas, aquella misma imagen de la Virgen de Fátima ha estado en el monasterio del Padre Pío. Y también en este momento se ha vuelto a conocer otra relación entre el santo y Fátima.

El hermano de San Francisco y Santa Jacinta, devoto del Padre Pío
En un reportaje para Padre Pío TV, Jacinta Pereiro Marto, la sobrina de los santos Francisco y Jacinta, ha asegurado que su padre era un gran devoto del Padre Pío, y que en su cartera siempre llevaba una estampa del santo de Pieltrecina.

Su padre no era otro que Juan Marto, el quinto de los siete hijos que tuvieron Manuel y Olimpia, y que estaba justamente por encima de Francisco y Jacinta. De hecho, estuvo en una de las apariciones con sus hermanos pequeños y  su prima Lucía, aunque  él no pudo ver nada.


La familia Marto, ya tras la muerte de Francisco y Jacinta. Juan aparece en la segunda fila junto a su hermana.
Presente en una de las apariciones
Juan tenía 11 años cuando se produjeron las apariciones y falleció en el 2000 a los 94 años, 15 días antes de la beatificación de sus hermanos. No se sentía digno para ir a aquella ceremonia ni para saludar a Juan Pablo II, que presidió aquel importante acto.

En muchas ocasiones, Juan había contado que él estuvo presente en la cuarta aparición que se produjo en los Valiños y no en Fátima puesto que los pequeños habían sido apresados con el objetivo de revelar el secreto. “Yo estaba con ellos en los Valiños. Pero yo no vi nada”.

Este joven fue el último superviviente de los hermanos Marto y vivió en la casa donde nacieron Jacinta y Francisco. Poco antes de morir recordaba que sus hermanos “eran chiquillos normales, chiquillos absolutamente normales”. Quizás por esa normalidad, “nosotros no les creíamos” hasta que se produjo el conocido como milagro del sol el 13 de octubre de 1917, cuando el sol danzó ante decenas de miles de personas.

Juan lloró mucho tras la muerte de sus hermanos
Jacinta, hija de Juan, recuerda que su padre no acudió al milagro del sol como si hicieran sus abuelos y otros familiares y “se quedó en casa porque tenía miedo a morir”.  Un rumor que corría en este tiempo entre adultos y niños era que “si el milagro del sol no sucedía, toda la familia moriría”.



El milagro del sol fue visto por miles de personas
Con apenas 11 años a Juan le costaba entender todo lo que estaba sucediendo alrededor pero que después de la muerte de sus hermanos Francisco y Jacinta “mi padre decía que lloró mucho, mucho”, recuerda su hija, “porque vio que todo lo que decían estaba sucediendo”.

“Mi abuelo siempre creyó”
Hablando de sus abuelos, los padres de los santos, asegura que al principio ellos tampoco entendían nada. En aquel entonces “pensaban que sus hijos eran un poco diferentes a los demás, pero no sabían exactamente de qué forma” pero, no obstante, “mi abuelo siempre creyó”.

“Jacinta fue la primera en decir que Nuestra Señora se había aparecido y cuando le preguntaban a mi abuela por el tema siempre respondía: ‘Mis hijos no son unos mentirosos, yo los he educado, por lo tanto, si dicen que la vieron, yo creo que sí la vieron”.


Jacinta es hija de Juan Marto y sobrina de San Francisco y San Jacinta Marto
A pesar de que su abuelo nunca vio a la Virgen, su nieta Jacinta recuerda que “estuvo en algunas apariciones y aunque decía que no veía nada, si se percataba de que algo sucedía. El decía que escuchaba un sonido, como de una abeja dentro de un cántaro, de un recipiente. Pero el milagro del sol él si lo vio. Así que, si ya creía antes, siguió creyendo”.

Todo como un don de Dios
Juan siguió como pastor toda su vida en su pueblo y hasta trabajó como peón de albañil para construir el santuario donde él antes jugaba con sus hermanos ahora santos. Nunca dejó atrás la humildad ni su fe sabiendo que todo era un don de Dios.


 El padre Pío y Juan Marto, hermano de San Francisco y Santa Jacinta, los pastorcillos videntes de Fátima

Y así es como lo define su hija Jacinta, sobrina de estos dos videntes: “Toda la familia, mis abuelos y mis padres, todos nosotros, siempre lo hemos aceptado como un don de Dios. Dios escogió a mis tíos porque así lo quiso. Tanto, que mi abuelo decía que la Virgen quería venir a Fátima y había escogido a sus hijos, pero que  nosotros no merecíamos nada. Por lo tanto, nosotros siempre lo hemos vivido con mucha sencillez porque Dios ha escogido y escoge a quien quiere”.

Fuente: Religión en Libertad

Jim Caviezel, a miles de jóvenes: «¡Enviad a Lucifer y sus secuaces al infierno al que pertenecen!»


Jim Caviezel, a miles de jóvenes: «¡Enviad a Lucifer y sus secuaces al infierno al que pertenecen!»

Tres mil estudiantes universitarios católicos aplaudieron la franqueza y determinación de Jim Caviezel.

Jim Caviezel, a miles de jóvenes: «¡Enviad a Lucifer y sus secuaces al infierno al que pertenecen!»


El pasado miércoles, Jim Caviezel se convirtió en la estrella del Congreso SLS18 [Student Leadership Summit 2018, Cumbre del Liderazgo Estudiantil 2018], organizada por FOCUS (Fellowship of Catholic University Students, Hermandad de Estudiantes Universitarios Católicos) del 2 al 6 de enero en Chicago.

Conscientes del bombazo que iban a introducir, los jóvenes presentadores del acto bromeaban con quién les gustaría cenar esa noche. Él dijo que con el Papa Francisco. Ella, que con James Caviezel, de 49 años, quien interpretara a Jesucristo en La Pasión (2004) de Mel Gibson. Y aprovechó para recordar que está rodando una película sobre San Pablo, dirigida por Andrew Hyatt, donde hace de San Lucas como contrapunto al Apóstol de los Gentiles, encarnado por James Faulkner.



La chica sugirió entonces ver el tráiler de Pablo, Apóstol de Cristo... pero cuando volvieron a encenderse las luces llegó la sopresa: quien estaba sobre el estrado era el mismísmo Caviezel, recibido con una gran ovación por los tres mil jóvenes presentes.

El valor redentor del sufrimiento que labra nuestras vidas
No defraudó el protagonista de La delgada línea roja (1998), Frequency (2000), El Conde de Montecristo (2002) o La Verdad de Soraya M. (2008) y del thriller televisivo Person of Interest (2011-2016). Habló de San Pablo a modo de promoción del film. Recordó la obra maestra dirigida por Gibson que le hizo célebre. Y, sobre todo, lanzó siete minutos de arenga final que va a pasar a la historia del cine como una de las proclamaciones de fe más intrépidas de un actor de primer nivel.


No era, ni mucho menos, la primera vez (pincha aquí para ver una de las más completas), pero quizá sí la que tuvo una llamada a la acción más poderosa. Fue, sí, una arenga, pues no en vano la dirigió a los que denominó como "guerreros". (La reproducimos íntegra más abajo.)

Antes de ese momento, comenzó argumentando, en alusión a la conversión de San Pablo, que Saulo significa grande y Pablo significa pequeño: "Un pequeño cambio, una simple letra, nos hace grandes a los ojos de Dios" (cf Hech 13, 9), dijo, pero esa grandeza nos exige ser pequeños, y ése es el camino que recorrieron los santos.

"La llamada llega cuando menos la esperamos", continuó. Evocó su infancia en Mount Vernon (Washington), y sus improbables opciones de ser actor desde que decidió serlo, un día en una sala de cine, cuando tenía 19 años. Pero pensó que es lo que Dios quería de él. No sabía actuar, no tenía agente ni representante, no tenía memoria -bromeó- para aprender un papel. Trece años después estaba intepretando a Edmond Dantès en El Conde de Montecristo, diciendo "No creo en Dios" (como intérprete, pero también -confesó- en un mal momento personal) ante un sacerdote (Richard Harris), preso como él, que le replicaba: "Pero Él sí cree en ti".


"Dios nos ama a cada uno de nosotros y está ahí para nosotros incluso en los peores momentos de oscuridad y desesperación", proclamó. Poco después recibía, "inexplicablemente", la llamada de Mel Gibson, a quien no conocía, para intepretar a Jesús. ¿Por qué? Porque Gibson quería a alguien con las iniciales de Jesucristo (JC) y su edad al morir (33 años): "¿Una coincidencia? No lo creo. ¿Es tu vida una coincidencia... o es una oportunidad?".

Clavado a la cruz entendió que "en el sufrimiento está nuestra Redención, y que el discípulo no es más que su maestro" (cf Mt 10, 24): "Todos debemos llevar nuestra cruz. Hay un precio por nuestra fe, por nuestras libertades". Explicó algunos de los dolores que le produjo el rodaje, y remató esa parte con una clara aseveración: "El sufrimiento labró mi interpretación, como labra nuestras vidas".

Comenzó entonces la parte final de su discurso, la más vibrante y comprometida. La reproducimos completa debajo del vídeo con la intervención completa de Jim Caviezel. Corresponde a los minutos a partir del minuto 8:43, hasta el final:



Alegato final de Jim Caviezel (a partir del minuto 8:43)
Algunos de nosotros, y vosotros les conocéis, aceptan un falso cristianismo, donde todo son palabras bonitas (yo lo llamo "el Jesús feliz") y gloria.

Chicos, hubo mucho dolor y sufrimiento antes de la Resurrección. Vuestro camino no será diferente, así que aceptad vuestra cruz y caminad hacia vuestra meta.

Quiero que salgáis a este mundo pagano, quiero que tengáis la valentía de ir a este mundo pagano y mostréis en público, sin vergüenza, vuestra fe. El mundo necesita guerreros orgullosos animados por su fe. Guerreros como San Pablo y San Lucas, que arriesgaron su nombre y su reputación para llevar al mundo su fe y su amor por Jesús.

Dios nos llama a cada uno de nosotros, a cada uno de vosotros, a hacer grandes cosas, pero ¡con cuánta frecuencia fallamos en nuestra respuesta, descartándola como una ocurrencia! Es hora de que nuestra generación acepte la llamada de Dios urgiéndonos a todos a entregarnos enteramente a Él y ver su dulce mano guiando vuestro camino.

Pero antes también debéis hacer el compromiso de empezar a rezar, a ayunar, a meditar en las Sagradas Escrituras y a tomaros en serio los Santos Sacramentos. Porque ahora somos una cultura en decadencia. Nuestro mundo está aferrado al pecado. Dios nos está llamando a cada uno de nosotros a entregarnos totalmente a Él y con qué frecuencia le ignoramos, ignoramos su dulce llamada. El gran santo de Auschwitz, San Maximiliano Kolbe, dijo que la indiferencia es el gran pecado del siglo XX. Queridos hermanos y hermanas, también es el gran pecado del siglo XXI. Debemos sacudirnos esta indiferencia, esta tolerancia destructiva del mal. Solo nuestra fe en la sabiduría de Cristo puede salvarnos. Pero exige guerreros dispuestos a arriesgar su reputación, su nombre, incluso nuestra propia vida para proclamar la verdad.

Apartaos de esta generación corrupta. Sed santos. Fuisteis creados para serlo, nacisteis para brillar. Porque ahora en nuestro país nos hace muy felices seguir la corriente. Hemos elevado un templo a la libertad donde todas las opciones son iguales sin importar cuáles sean las consecuencias. ¿Creéis de verdad que esa es la verdadera libertad? El Papa Juan Pablo Magno dijo que la democracia no puede sostenerse sin un compromiso compartido con ciertas verdades morales sobre la persona humana y la comunidad humana. La cuestión básica que se plantea a una sociedad democrática es cómo vivir juntos buscando respuesta a esto: ¿puede la sociedad excluir la verdad moral y la razón moral? Cada generación de americanos debe saber que la libertad existe no para hacer lo que te apetezca, sino para tener derecho a hacer lo que debes. La libertad que deseo para vosotros es que seáis libres del pecado, libres de vuestras debilidades, libres de esta esclavitud en la que nos convierte a todos el pecado. Esa es la libertad por la que vale la pena morir.



Eso me recuerda las palabras de Mel Gibson en su oscarizada película Braveheart, cuando dijo a su deslavazado ejército, como yo os digo esta noche. "Estoy viendo a todo un ejércido de paisanos míos, aquí, desafiando a la tiranía. Habéis venido a luchar como hombres libres, y hombres libres sois. ¿Qué haríais sin libertad? ¿Lucharéis?" Un hombre dice: "No. Huiremos y viviremos". "Luchad, y puede que muráis. Huid y viviréis... un tiempo, al menos. Y al morir en vuestro lecho, dentro de muchos años, ¿no estaréis dispuestos a cambiar todos los días desde hoy hasta entonces por una oportunidad, solo una oportunidad, de volver aquí a matar a nuestros enemigos? Puede que nos quiten la vida, pero jamás nos quitarán la libertad!"

Todos los hombres mueren. No todos los hombres viven de verdad. Tú, tú, tú, yo, todos debemos luchar por esa auténtica libertad y, ¡amigos!, vivir, vivir por Dios. ¡Y con el Espíritu Santo como vuestro escudo y con Cristo como vuestra espada, uníos a San Miguel y a todos los ángeles y devolved a Lucifer y a sus secuaces directamente al infierno al que pertenecen!

(Gran ovación.)

Saulo significa grande. ¿Qué significa Pablo? Pequeño. Así que si queremos ser grandes a los ojos de Dios, ¿qué tenemos que ser? Pequeños. Dios os ame y os conserve y os guíe todos los días de vuestra vida. Aquí no os veo, espero veros en el cielo. Os quiero. Dios os bendiga. ¡Luchad duro!
Fuente: Religión en Libertad

Mormón en su infancia, ateo militante después, estudió la Peste Negra y soñó con Francisco de Asís



La conversión de Jeff Gardner, experto en historia medieval, periodista y fotógrafo

Mormón en su infancia, ateo militante después, estudió la Peste Negra y soñó con Francisco de Asís

Jeff Gardnerd explica su infancia en el mormonismo, su juventud atea militante y el sueño que lo empujó a la fe católica

Mormón en su infancia, ateo militante después, estudió la Peste Negra y soñó con Francisco de Asís

Jeff Gardner ha sido profesor universitario de Historia Medieval, periodista y escritor, productor de radio y actualmente responsable del proyecto Picture Christians sobre cristianos perseguidos en Oriente.

Pero su historia de fe ha sido muy compleja: una infancia con los mormones y una juventud atea militante y desafiante, dieron paso a un titubeante respeto por los medievales... y un sueño especial, una visión en la que le hablaba San Francisco de Asís, que cambió su vida. 

Una infancia en ambiente 100% mormón
Nació en Salt Lake City, la capital de Utah, el estado de los mormones en Estados Unidos, en una familia mormona. Era una familia trabajadora más bien pobre, "no había mucho para comer ni mucho para vestir", recuerda. Pero fue una infancia feliz hasta los 9 años. En su casa eran 4 hermanos, pero la mayoría de las familias mormonas del barrio tenían entre 5 y 8 hijos y había gran sensación de comunidad. "Los niños íbamos de una casa a otra todo el rato", recuerda. 

Toda la vida infantil y juvenil estaba muy enraizada en la iglesia mormona que contaba con boy scouts, campamentos de verano y mil actividades más. "Daba un sentido de identidad y pertenencia muy fuerte, algo muy importante para un varón joven". Había oración en la escuela al empezar cada día, y también en las actividades deportivas. "Adquirí una gran reverencia por Dios". 

Gardner explica que en el mormonismo hay "una dosis alta de gnosticismo, es decir, hay enseñanzas que no se revelan a todos los miembros, hasta ciertas edades, o ciertas personas con recomendaciones específicas". No se hablaba mucho de quién era Jesucristo, se dedicaba más atención a Joseph Smith, el "profeta" fundador del mormonismo en el siglo XIX. 


La familia se rompe y se aleja del mormonismo
Cuando Gardner tenía unos 9 o 10 años llegó la ruptura a su familia. Su padre, en ocasiones, bebía mucho, y al beber se ponía muy violento con su madre. Ella, pensando en proteger el hogar, logró que él se fuese de casa. Pero después, aún sin tener el divorcio, ella empezó una relación sentimental con otro hombre con un hombre negro y tuvieron una niña. "Para la comunidad mormona entonces era malo tener la relación extramarital y tener un niño fuera del matrimonio, pero hacerlo con un hombre afroamericano ya era lo peor", explica. "Éramos los amantes de "n", era como un bofetón en la cara". 

En el Libro de Mormón se presenta a los negros como descendientes de Caín, son negros como castigo por matar a Abel, explica Gardner. "Hay un cierto racismo latente en el mormonismo". 

La familia no dejó del todo la iglesia mormona, pero sí los scouts, las actividades, los grupos y encuentros. Y Gardner, sintiéndose rechazado por ese entorno, lleno de emociones negativas, rechazó también a Dios. "Yo pensaba que Dios era la iglesia mormona: sin ella, no tenía a Dios". 

Su padre y él, ateos militantes
De hecho, su padre, fuera del hogar, con problemas de alcohol, ira y una base por debajo de desorden de identidad sexual, cortó con todo lo religioso, se declaró ateo y se apuntó al Partido Marxista de América. "Y yo, que veía a mi padre como un modelo, también decidí ser ateo", explica Jeff. 

Gardner comenta en su testimonio en vídeo en CHnetwork que cuando habla con amigos mormones les señala que es una fe muy basada en el emocionalismo, que los jóvenes no logran un componente racional suficiente para su fe. "El evangelio de Mateo se lee casi como una declaración policial: a tal hora en tal sitio pasó tal cosa... los evangelistas trataban de contarte lo que había. Y esto está ausente del mormonismo".


Como ateo, Jeff Gardner declara: "Yo fui un ateo militante, el rostro del nuevo ateísmo, un ateo agresivo. Yo no decía simplemente: 'no creo'. Yo decía: 'no debe haber expresión de creencias ni en la universidad, los medios, la escuela'."

Él quería contagiar ese desprecio a la religión y la Escritura. Una vez fue a unos jóvenes que hablaban de Dios en la calle, en unas jornadas evangelizadoras, y les planteó: "¿De dónde sale la mujer de Caín?" Se creía muy ingenioso e inteligente, enganchándose a la letra del texto. "Ellos intentaban responder haciendo lo que llamo 'bibliomancia', como si la Biblia físicamente tuviera respuestas para todo".

Pero la realidad, señala Gardner, es que su ateísmo estaba construido sobre dos bases: una gran herida emocional y una gran ignorancia sobre la fe cristiana y su base racional. 

Estudios medievales: los franciscanos y la peste negra
En la universidad, dice, "me hice un ateo aún más endurecido, mezquino". De hecho, muchos de sus profesores eran también ateos militantes, materialistas dogmáticos convencidos de ser muy ilustrados. 

Pero fue durante su etapa universitaria cuando llegó para estudiar unos meses a Aviñón, en Francia. Allí le impresionó estudiar la historia de esta ciudad durante la Peste Negra de 1347. Aviñón era en esa época sede papal y los cronistas describieron con detalle el ambiente de muerte de la ciudad. 

A Gardner le fascinó estudiar ese momento: toda una ciudad que veía caer y morir rápidamente a sus vecinos, la sensación de que cualquiera podía caer en cualquier momento... y que así iba a suceder. 

Los ricos, y cualquiera que podía, abandonaba la ciudad, quedarse era contagiarse y morir. "Excepto los franciscanos, hombres y mujeres de Dios, que se quedaron a cuidar a los enfermos y enterrar a los muertes. Yo lo leía y me preguntaba: '¿quién amaría tanto a unos desconocidos para dar su vida por ellos?' Claro, la respuesta obvia sería Jesucristo, pero los mormones desenfatizaban a Cristo, y como ateo estaba fuera de mi perspectiva. Yo veía ese comportamiento altruista y me hacía pensar". 



Años de estudios y oración
Decidió centrarse más en estudios medievales y conoció un profesor medievalista católico, padre de un sacerdote, que para explicar la Historia de Occidente lo hacía desde la explicación de la Historia de la Iglesia. 

Y él, como estudioso de la Edad Media, tenía que releer los evangelios. Y los comentaba, de vez en cuando, con sus amigos ateos y sus amigos católicos estudiantes, y otros profesores jóvenes. 

Podía preguntar a sus amigos ateos "¿cuál de los 4 evangelios crees que señala mejor los fallos del cristianismo?" Y ninguno le respondía porque, en realidad, ni los habían leído. Por el contrario, los compañeros católicos que estudiaban historia buscaban respuestas y se las daban. Además, estos amigos rezaban por él, aunque él no lo sabía. Los amigos a veces le proponían lecturas e ideas. Una colega rezó el rosario mucho por él, e incluso se lo regaló más tarde: era el rosario que ella recibió en su confirmación. Esas y otras oraciones darían frutos años después.

En la universidad estudiaba, con paleografía y con filología, los textos medievales. Y se preguntaba: "¿y por qué no hago eso con los Evangelios?" 

Pasaron los años. Durante algunos años estudió en bibliotecas de París y Florencia y visitó ciudades medievales como Asís, ya como investigador y profesor ayudante. Investigó algo sobre los franciscanos, ya que habían capturado su atención por su actividad en Avignon.

El día que soñó con San Francisco de Asís
Cuando vivía en París, casi 20 años después de su estancia en Avignon, quedó dormido un rato poco antes de una clase que tenía que impartir, cansado porque se había acostado muy tarde con unos trabajos. Y tuvo un sueño. "Me gustaría decir que fue una visión: era muy clara y ha estado conmigo muchos años".


 La sala ovalada de lectura de la Biblioteca Nacional de Francia

En su sueño, él recorría, como en tantas ocasiones, el metro de París, caminando por sus túneles, hacia la Biblioteca Nacional. Era muy consciente de los sonidos de sus pasos, de los olores. Tenía prisa por llegar para una investigación. Entonces se fijó en un hombre, al parecer un mendigo, en un apartado. El hombre cayó al suelo, "como cae alguien que ves que no está bien, como ves a veces en los deportes. Me impactó que no tenía zapatos, con pies completamente negros de vagabundear por las calles".

"Y cuando yo pasaba de largo, se me apareció San Francisco de Asís. Y no era como en los frescos de Asís: estaba sucio, ensangrentado, como Cristo. Y me dio un mensaje muy poderoso, personal, sin decir palabras... es difícil de explicar. Me dijo: 'recuerda, Dios creó el mundo para proteger a los sencillos y atormentar a los arrogantes'. Y en ese momento supe cuál de los dos era yo y cuál era ese hombre. Y sentí una tremenda vergüenza porque no me paré a ayudar a ese hombre. Y cuando desperté recordé que era para ir a la Biblioteca, una razón muy mala".


 San Francisco interpretado por Mickey Rourke en la película de Liliana Cavani de 1989

"Recordé de golpe todo lo de los últimos años: Avignon, los franciscanos, mis amigos, los Evangelios... Y me levanté diciéndome: 'que me bauticen, ya estoy listo'".

Encontrar un buen ambiente católico
Luego descubrió que estudiar o desear una vida de fe, y vivir una vida de fe es muy distinto, "como leer un manual de vuelo es distinto de hacer volar tu avión".

De vuelta a Estados Unidos le contó su historia a un cura, que le respondió algo titubeante: "la Iglesia que has encontrado quizá no es como la que tenemos aquí". Los monitores de formación para adultos de aquella parroquia, exprotestantes mal catequizados, incluso le ofrecían comulgar, "cuando yo no es que no estuviese confirmado, sino que no tenía ni el bautismo trinitario; hasta yo sabía que eso estaba mal". 

Más adelante llamó un sacerdote para que bendijera su casa en Kansas, y así conoció a la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (www.fssp.org/es/), unos sacerdotes tradicionalistas en plena unión con Roma, presentes en 17 países. Él le dio 10 meses de catequesis muy completa. 

Tuvo que cambiar muchas cosas. "Por ejemplo, llevaba casado 8 años, y teníamos una relación contraceptiva, sin hijos, y mi esposa había estado en la Iglesia, y la había dejado, y tenía su propio proceso. Ahora tenemos 4 hijos, nos abrimos a la acción del Espíritu en nuestro matrimonio". 

Recibió el bautismo, la confirmación y la primera comunión en la Vigilia Pascual de 1999. 

Hoy, Gardner está volcado en concienciar para ayudar a los cristianos de Oriente perseguidos, a menudo sin casas y recursos, dándoles visibilidad en su web PictureChristians.org, con fotos y vídeos.  

Christian Bobin: «El Evangelio es dinamita, lo entendí pasando pruebas que me hicieron más esencial»


Ganó el Gran Premio Católico de Literatura con un libro sobre San Francisco de Asís

Christian Bobin: «El Evangelio es dinamita, lo entendí pasando pruebas que me hicieron más esencial»

Christian Bobin, un escritor que encuentra en la vida, a pesar de sus sufrimientos y sinsabores, razones para la felicidad, y a Dios en ellas.

Christian Bobin: «El Evangelio es dinamita, lo entendí pasando pruebas que me hicieron más esencial»

Christian Bobin, poeta místico, nació en 1951 en Creusot (Borgoña), y allí vive, alejado del mundanal ruido, en el corazón de un bosque y, por lo tanto, en un hermoso entorno. Pasa sus días contemplando al hombre y la naturaleza, y cincela como un orfebre sus palabras para reflejar la realidad.

Va siendo cada vez más conocido en lengua española, con una edición muy diversificada: Autorretrato con radiador, Un simple vestido de fiesta, La presencia pura, Elogio de la nada, Resucitar...

¿Qué tipo de libros son? François Busnel los definía muy bien en L'Express: "Algunos libros se convierten inmediatamente en amigos. Son libros raros, a menudo ocultos en las estanterías de una librería o de una bilioteca. Los descubres por azar, o porque sí, o incluso porque un amigo que te quiere bien te los ha ofrecido. No son pesados tratados sobre la felicidad, no, no directamente, pero son libros que te hacen feliz. Hablan de la alegría, del gozo, del asombro, del maravillarse... de todo eso que hace que la vida sea hermosa a pesar de la pena, a pesar del dolor, a pesar de la idiotez ambiente, a pesar -también- de la muerte. Christian Bobin nos ofrece ese tipo de libros".

Uno de ellos, El bajísimo [Le Trés-Bas] (Gallimard), sobre San Francisco de Asís, recibió en 1993 el prestigioso Gran Premio Católico de Literatura, que desde su fundación en 1946 han ganado, entre otros, Raïssa Maritain, Claude Tresmontant, Henri de Lubac, André Frossard, Jean Delumeau, Jean Daujat, Jean Sevillia o Fabrice Hadjadj. 



El Bajísimo, en la perspectiva de esta obra de Christian Bobin, es Dios, que transforma casi en silencio el alma de San Francisco: "Ni Dios padre con sus tambores, ni el Altísimo con su voz de rayo. Sólo el Bajísimo que susurra al oído del durmiente, que habla como sólo él puede hablar: en voz muy baja. Un jirón de sueño. El piar de un gorrión. Y eso basta para que Francisco renuncie a sus conquistas y regrese a su país. Unas palabras llenas de sombra pueden cambiar la vida".

Ahora Bobin acaba de publicar Un bruit de balançoire [Un ruido de columpio], y con ese motivo le entrevista Cyril Lepeigneux para L'1visible. Habla como escribe, explica Lepeigneux, sin máscaras, lentamente, buscando la palabra justa. Un poeta espiritual y muy humano, siempre a la búsqueda de "un lenguaje que sea tan poderoso, tan fuerte, tan vibrante como un prado bajo el sol o un río".

Bobin es, para Le Point, "uno de los más grandes poetas de su generación". 

-Hay quien se pregunta para qué sirve la poesía…
-Y el amor, ¿para qué sirve? No hay cosas hermosas por un lado que deban ser protegidas, y cosas terribles por otro que haya que abandonar. Para mí, escribir es buscar todo lo que en nuestras vidas ha sido abandonado, descuidado, todo lo que el mundo deja, y volver a situarlo en un lugar privilegiado; es ir a rebuscar en lo que el mundo rechaza y encontrar oro.

-¿Sobre todo lo divino?
-No hago una separación entre lo humano y lo divino. Cuando lo humano del mundo disminuye o retrocede o se oscurece, entonces lo divino sigue el mismo camino. Lo divino es la presencia maximizada de alguien que está ante nosotros. Es la fraternidad, la bondad real de alguien. Es su inteligencia. Lo que yo llamo lo divino es la gracia de tener ante nosotros un humano que se asombra de la vida y que no la comprende, porque es incomprensible.

-¿Llegaremos a Dios si observamos, como usted, al hombre y contemplamos la naturaleza?
-Para ver a Dios basta mirar un rostro. Incluso el rostro de alguien perdido, de alguien violento es como un pequeño templo de carne. La dificultad con el nombre de Dios es que creemos demasiado rápidamente que sabemos de qué se trata, y nos precipitamos para hablar de ello de manera automática. En verdad, yo no sé que es Dios. Y las dos o tres cosas que sé de Él no son, absolutamente, un saber: es, más bien, un sentimiento, es decir, un presentimiento. Es una certeza, pero que no es dogmática.

-¿Qué más dice usted de Dios?
-Me uno a un gran pensador y poeta llamado Jean Grosjean, que ha definido lo indefinible, es decir, a Dios, escribiendo un día que Dios es la sima, el precipicio interior de cada uno que, curiosamente, empieza a iluminarse cuando hablamos así. Salimos de la representación del catecismo o de las imágenes pintarrajeadas… Es difícil explicar lo que esta vida tiene de divino… Ya sea en medio de un bosque o en un edificio de la periferia con ventanas tapiadas, hay algo de divino en el hecho de estar vivos. Me es tan difícil hablar de Dios como de la vida o de las suites para violonchelo de Bach… Puedo escucharlas y comprender algo. Pero es una comprensión que no puedo explicar.


Jean Grosjean (1912-2006), poeta y escritor, ex sacerdote, traductor de la Biblia.

-¿Sigue leyendo los Evangelios?
-Sí, de manera regular. Amo su increíble sencillez. Es la historia de un joven que vive escondido al mundo durante treinta y tres años. Y, de repente, rompe con esta gracia de lo cotidiano y eleva su vida con unas palabras que son, en el fondo, muy sencillas. Y que contienen siempre una fuerza explosiva. Lo que me asombra es lo poco original, lo común de estas palabras. Los evangelios se parecen a una pequeña escena que es, de hecho, la que nosotros vemos hoy en día. El fondo de lo humano, de lo divino, sigue siendo el mismo: te traiciono o no te traiciono. Confío en ti sin saber por qué, o no confío. No hay nada más actual que este libro. Y está adelantado a nuestras vidas porque habla, muy poco además, de resurrección.

-¿Algún pasaje preferido?
-Una frase que el pensador, filósofo y periodista Maurice Clavel hizo escribir sobre su tumba en Vézelay : "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños" (Lucas 10, 21). Regalaría muchas bibliotecas por una palabra como ésta.

-¿Por qué?
-¡Es una palabra revolucionaria! No son la escuela ni los diplomas los que nos dan la verdad sobre la vida. La verdad profunda y asombrosa de la vida es dada a cada uno, sobre todo a los más pobres, los más sencillos, considerados por el mundo demasiado débiles o idiotas. Los que no tienen nada en realidad lo tienen todo. Ellos saben exactamente, entre la carga y la gracia. Como cuando escuchamos a personas que han estado en la cárcel o que aparentemente no tienen instrucción: hablan como bolas de cañón, yendo a lo esencial.

-¿En qué momento se dio cuenta de que los evangelios eran como dinamita?
-Poco a poco. Atravesando algunas pruebas que me han hecho ser más esencial. Reflexionando con la ayuda de pensadores como Jean Grosjean.  Cuanto más me asombro por la vida, más me parece que se asemeja a lo que está escrito en el evangelio, en el que podemos encontrar de todo: asesinatos, gracia, libertad, ausencia, el peor sueño, el despertar absoluto… Este libro es como un espejo transparente entre nuestro tiempo y lo Eterno, entre nosotros y nosotros mismos.


"Lo que habla a nuestro corazón-niño es lo más profundo. Intento ir por ese camino. Sólo lo intento", reza la frase de cubierta del últio libro de Christian Bobin.

-¿Es usted feliz?
Cuando escribo, sí. Un instante de felicidad cuando trabajo y, después, mi sufrimiento de hombre. Le preguntaron a Matisse si creía en Dios y respondió rápidamente: "Sí, cuando sufro…". Estoy buscando, poco a poco, la sabiduría. Cayendo a veces, renqueando. Pero siento una confianza que no puedo explicar. Siempre la he tenido, pero tuve necesidad de que me fuera revelada.

Traducción de Helena Faccia Serrano.

Fuente: Religión en Libertad

La monja que enseña a futuros médicos en medio de la guerra: «Dios está en lo bueno y en lo malo»



Leema Rose transmite esperanza entre las ruinas de la guerra civil de Sudán del sur

La monja que enseña a futuros médicos en medio de la guerra: «Dios está en lo bueno y en lo malo»

Esta monja ayuda a formar sanitarios en medio de la guerra civil de Sudán del Sur

La monja que enseña a futuros médicos en medio de la guerra: «Dios está en lo bueno y en lo malo»

Entre las ruinas de la ciudad de Wau, en Sudán del Sur, un país azotado por la guerra, se levanta el Instituto Católico de Salud de Wau. En él, una monja de las Servidoras del Espíritu Santo llamada Leema Rose, natural de la India, sigue formando a nuevos médicos pese al peligro de violencia, constante según informa Global Sisters Report.

Este centro es uno de los proyectos clave de Solidarity for South Sudan (www.solidarityssudan.org), un proyecto de colaboración humanitaria entre la Iglesia católica y el Estado de Sudán del Sur. Trabaja a las órdenes de la Conferencia Episcopal de Sudán. En el instituto, Leema se encarga de supervisar la sección de enfermería y cuidados obstétricos. 


La ciudad de Wau se sitúa al oeste del país

“Aunque los sudaneses son muy resistentes, la guerra causa cada vez más problemas”, explica Leema. Las oleadas de refugiados llegan a la catedral de Wau totalmente devastadas por la guerra. Decenas de miles de personas siguen llegando a día de hoy ocupando el templo.

Cuatro años de guerra civil
Los cuatro años de guerra civil a los que se ha visto sometido Sudán del Sur han dejado al país sin hospitales ni servicios básicos. “El problema real es el ambiente de guerra que reina en el campus”, apunta Leema.

Algunos estudiantes no quieren mezclarse con otros por ser de distinto clan y se cruzan miradas furtivas, otros vienen destrozados por la experiencia de la guerra. “Desde el instituto procuramos mantener una cultura del encuentro, de la unidad frente a la división que ha creado la guerra civil". 


Según Leema por este clima constante de conflicto es difícil promover la cultura de la vida y la solidaridad. Muy pocos estudiantes están acostumbrados a contar sus traumas pese a que el personal del instituto está siempre disponible para ellos.

"Hace poco contratamos a un profesional para ayudar a los estudiantes a aguantar esta situación, y hemos notado muchas mejoras", explica Leema. Muchos vienen deprimidos, aunque en general mantienen la esperanza en su país.

"Es impresionante que un estudiante acuda a clase un día después de la muerte de su padre", cuenta Leema. "Pero de alguna manera, esto está matando sus sentimientos, su capacidad de sentir".


Capilla del campus del instituto

Levantarse frente al fracaso
Otras misioneras han intentado mejorar el país. Leema comenta el caso de Veronika Terezia, una monja eslovaca que murió asesinada por varios soldados tras poner en marcha un hospital mental que tuvo que cerrar. Los salesianos han procurado también trabajar en las ruinas de Malakal, al noreste del país, sin éxito.


Malakal ha sido uno de los focos de conflicto más brutales durante la guerra civil sursudanesa

Por otro lado, la misión salesiana de Gumbo albergó en 2016 a 4.000 refugiados sudaneses. Gracias a sus esfuerzos, se ha creado una alternativa de huida en un país donde no había nada.

La virtud de la esperanza
Pese a todo esto, Leema aún ve esperanza entre la desolación: “He aprendido que da igual que estés en una situación buena o mala, Dios está ahí siempre”.

"Me siento feliz, y más amada por Dios que nunca", dice Leema. "Pero no olvido que a mi alrededor hay sufrimiento y muerte, y eso también me afecta". Como servidoras de Dios nos preguntamos, ¿qué puedo hacer para que el prójimo viva mejor? Este es el esfuerzo al que siempre nos dedicamos”, ha apuntado Leema.

Fuente: Religión en Libertad